Lourdes Gómez / El 8 de septiembre es el día grande de Extremadura, la comunidad autónoma española donde nació el culto a la Virgen de Guadalupe de Extremadura, la Virgen más antigua con este nombre. Su fiesta se celebra, precisamente, hoy 8 de septiembre, que es el día de la Virgen de Guadalupe de Extremadura. Se trata de una Virgen Negra, de pequeño tamaño, rodeada de enigmas que la relacionan con los templarios, con la alquimia y con cultos orientales anteriores al cristianismo, como la diosa egipcia Isis.
Según la leyenda, la Virgen de Guadalupe se apareció a un pastor llamado Gil Cordero, que era oriundo de Cáceres y que se encontraba cuidando su ganado en una zona cercana al municipio de Alía, en la comarca extremeña de las Villuercas. En concreto, dice la tradición que estaba en una dehesa situada junto a un río que llamaban “Guadalupe” cuando sucedió algo extraordinario. Gil Cordero se percató de que le faltaba una vaca, así que se dispuso a buscarla. Tras tres infructuosos días la encontró junto a un río bastante escondido. Estaba muerta, aunque no presentaba signos de haber sido atacada por lobo o alimaña alguna. Así las cosas, Gil Cordero sacó un cuchillo y se dispuso a desollar al animal. Comenzó la tarea haciendo, con el cuchillo, una cruz en el pecho de la vaca. En ese instante, cuenta la leyenda, se produjo el milagro: la vaca resucitó y junto a ella apareció una Señora que se identificó como la Virgen María, pronunciando estas palabras:
“No temas que yo soy la Madre de Dios, salvador del linaje humano. Toma tu vaca y llévala al hato con las otras, vete luego para tu tierra y dirás a los clérigos lo que has visto, diciéndoles de mi parte que te envío yo allá y que vengan a este lugar donde ahora estás, que caven donde estaba tu vaca muerta, debajo de estas piedras, y hallarán una Imagen mía. Cuando la sacaren diles que no la mudaren ni la lleven de este lugar donde ahora está; mas que hagan una casilla en la que la pongan y con el tiempo vendrá en que este lugar se haga una iglesia y casa muy notable”.
Estas palabras están extraídas de la crónica sobre la aparición que escribió fray Diego de Écija en el siglo XVI. Continuando con el relato, tras este mensaje la Señora desapareció. Cuenta la leyenda que Gil Cordero volvió junto a otros pastores con los que se hallaba, explicándoles lo sucedido. Al principio no creyeron en su palabra, pero la cicatriz con forma de cruz en el pecho de la vaca les terminó por convencer. El pastor marchó a Cáceres, donde al llegar descubrió a su mujer desolada; su hijo acababa de morir, pero la fe de Gil Cordero en la aparición fue inquebrantable y le dijo a su compañera: “No tengas miedo ni llores, pues yo le prometo a santa María de Guadalupe para servidor de su casa y ella lo dará vivo y sano”. En efecto, el niño resucitó y le dijo a su padre que fueran a donde estaba la virgen. Ante tal hecho, los presentes no dudaron del testimonio del pastor, que compartió lo ocurrido con los clérigos.
Desde la ciudad de Cáceres se envió una delegación hasta el lugar señalado por la Virgen a Gil Cordero. Encontraron una cueva donde estaba la imagen junto a una campanilla y una carta. Nos dice la tradición que sacaron todos los objetos y también unas piedras en las que estaba apoyada la talla, y después construyeron una choza y allí se quedó Gil Cordero, como primer servidor de la Virgen.
El misterio de las vírgenes negras
La Virgen de Guadalupe está encuadrada dentro del demoninado grupo de “Vírgenes negras de la Europa occidental de los siglos XI y XII”. Ciertamente, su rostro es más negro que moreno y es lo que la ha convertido en centro de enigmas y misterios que nos han llegado hasta nuestros días. La Virgen de Guadalupe, la Virgen de Montserrat, la Virgen de Atocha y otras muchas responden a un estilo románico inspirado en unas líneas del Cantar de los Cantares o Cantar de los Cantares de Salomón, uno de los libros de la Biblia. En el pasaje que nos interesa se citan estas palabras en boca de la Virgen:
“Tengo la tez morena, pero hermosa, muchachas de Jerusalén, como las tiendas de Cadaz, como los pabellones de Salomón. No os fijéis en mi tez oscura, he sido tostada por el sol. Los hijos de mi madre se irritaron contra mí, me pusieron a cuidar las viñas, ¡Y a mi propia viña no la pude cuidar”.
Al parecer, este texto es la razón por la que los artistas medievales oscurecían sus tallas. Pero existe otra vertiente que trata de explicar el origen de estas esculturas marianas relacionándolas con los atributos que tenían antiguas deidades como la diosa egipcia Isis, o las diosas de origen griego Artemisa y Cibeles. Y hay quien también habla de una reminiscencia celta en estas figuras europeas, que difieren de las Vírgenes negras latinoamericanas, que surgen del sincretismo religioso que nació de la interacción entre europeos e indígenas y tienen una identificación con la Pachamama (la madre tierra amerindia).
Jacques Huynen en su obra El enigma de las Vírgenes negras asegura que este tipo de iconografía mariana esconde una simbología ocultista. Huynen contabiliza hasta trece coincidencias entre todas las tallas de este tipo que llegó a estudiar. A saber: realizadas en la misma época y material; aristocráticas en la postura y hieráticas en la mirada; el aspecto del niño es más tosco que el de la madre; priman en sus colores los tonos azules, rojos, blancos y dorados; se colocan en zonas naturales y todas guardan relación con algún elemento oriental (ya sea en el transporte o en la autoría); reciben peregrinaciones, cuentan con leyendas y milagros y guardan relación con los templarios; se les asocia con resurrecciones o regeneraciones (en el caso de la virgen de Guadalupe, el hijo de Gil Cordero); en sus procesiones siempre aparecen elementos extraños en los fieles, como andar descalzos o de rodillas.
Además de Huynen, el historiador Joaquín Montes Bardo, autor de Iconografía de Nuestra Señora de Guadalupe, Extremadura, también asocia esta imagen con el esoterismo. La referencia a san Lucas podría estar relacionada con el animal que se le atribuye en la iconografía cristiana a este evangelista: el toro, un símbolo solar, con lo cual se podría extrapolar a cultos solares como el que practicaban los egipcios. Por otro lado, también existen misterios relacionados con la policromía que presenta. Estos colores nos hablarían, según estos autores, de las distintas fases del proceso alquímico. Y en cuanto a la negrura del rostro de estas vírgenes, otros estudiosos consideran que se relaciona con el color negro que simboliza la sabiduría en algunas sectas orientales y que pudo haber influenciado a los cruzados europeos.
Por su parte, Juan Eslava Galán en su obra Templarios, griales, vírgenes negras y otros enigmas de la historia, señala que “en árabe, las palabras negro y sabio tienen la misma raíz. De Kala, negro en sánscrito, el idioma sagrado de la India, deriva el nombre de la diosa Kali, la Negra (todavía existe otra palabra con idéntico origen, caló, que utilizan los gitanos para nombrar a su raza. No es coincidencia, puesto que los gitanos proceden de la India y se relacionan, de algún modo, con los ancestrales cultos a la diosa madre. La Virgen gitana por excelencia es Sara la Negra, la Santa María del Mar, en la Camarga francesa. (…) En España sobreviven hoy unas 70 Vírgenes Negras, repartidas entre las 17 taifas en las que se descompone el territorio nacional, pero antiguamente fueron muchas más”.
Más información: La Iglesia y sus Enigmas, Lourdes Gómez.
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