Nueva teoría sobre el contenido del manuscrito Voynich

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El enigmático manuscrito Voynich, un reto para historiadores y criptógrafos desde el siglo XIX, acaba de sumar una nueva propuesta de traducción. Viene de la mano de un académico de la Universidad de Bristol y ya ha recibido algunas críticas

Lourdes Gómez – @Lourdesgm13 – El manuscrito Voynich, datado en el siglo XV y descubierto en el siglo XIX, se ha convertido en uno de los mayores retos de la criptografía histórica. Aunque son muchas las propuestas de traducción que se han lanzado durante el último siglo, todavía existe la incógnita de cuál es el propósito y el contenido de esta obra fechada entre 1404 y 1438 -se dató a través del método del Carbono 14-. De lo poco seguro que sabemos sobre este libro, es que fue adquirido en 1912 por un anticuario llamado Wilfrid M. Voynich -lo encontró en la Villa Mondragone, en Italia-, que está escrito en una escritura desconocida hasta el momento por los investigadores e ilustrado con plantas extrañas, mujeres desnudas, signos zodiacales y objetos difícilmente identificables. Este manuscrito se conserva en la Biblioteca Beinecke, un repositorio de libros y manuscritos raros que posee la Universidad de Yale.

El manuscrito Voynich consta de 246 páginas, aunque existen vacíos en esa numeración que indicarían que se han perdido hojas con el paso del tiempo. Está redactado con pluma de ave y el texto es, según los expertos, anterior a los dibujos que contiene. Según se desprende de dichas ilustraciones, el libro está dividido en los siguientes temas: herbolario, farmacia, recetas, astronomía, biología y cosmología. A continuación puedes admirar sus páginas:

Hasta el momento, se han citado diversos nombres a los que se le atribuye la creación de este misterio: el fraile y polígrafo Roger Bacon, el alquimista y astrólogo de la corte de Isabel I de Inglaterra, John Dee; el médico personal de Rodolfo II de Habsburgo, Jacobus Sinapius; o Rafael Missowsky, ministro de Justicia de Fernando III de Bohemia y experto criptógrafo. Además de todos estos nombres -y muchos más- también se atribuye el texto al anticuario Voynich.

En el propio manuscrito se encontró una carta de Johannes Marcus Marci a Athanasius Kircher donde se decía que la obra había sido cedida al emperador Rodolfo II por un “desconocido” al precio de 600 ducados. En la misiva se indicaba que el autor era Roger Bacon, sin embargo, los expertos en la obra de Bacon no encuentran similitudes y niegan tal posibilidad. Cabe aclarar que Johannes Marcus Marci fue el segundo dueño conocido del manuscrito -este lo recibió del alquimista checo Georgius Baresch, quien trató, sin suerte, de descifrarlo a lo largo de dos décadas-. Tras ellos, el libro acabó en manos de los jesuitas, y en sus archivos estaba cuando Voynich lo encontró.

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Manuscrito Voynich.

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En cuanto al idioma en el que está escrito, se han esgrimido opiniones como que está redactado en latín con algunas letras cambiadas, ucraniano antiguo, turco antiguo, una lengua artificial creada mezclando diversos idiomas o, simplemente, que se trata de un diccionario de códigos. Por otro lado, fue el físico de la Universidad de Manchester Marcello Montemurro quien, aplicando estudios de cifrado de información en el funcionamiento de las neuronas, encontró que el texto cumple con la llamada Ley de Zipf. Esta ley está basada en la frecuencia de aparición de palabras en los idiomas naturales, genuinos, por lo tanto el Voynich realmente está escrito en un idioma aunque todavía no lo hayamos podido identificar.

Pero, ¿Qué nos cuenta el manuscrito Voynich? Al igual que con el tema de las autorías, en este extremo también se disparan las especulaciones. Teniendo en cuenta sus ilustraciones, que son una gran pista, se han expuesto hipótesis como: que sea una especie de tratado farmacéutico medieval o renacentista, un estudio sobre higiene femenina, un tratado sobre venenos, una obra dedicada a la producción de cristal, un estudio sobre la alquimia y teorías más arriesgadas que hablan de trabajos al microscopio, extraterrestres o energía nuclear. Aunque las últimas hipótesis os parezcan muy disparatadas, hay una verdad inquietante: hasta el momento no se ha conseguido identificar prácticamente ninguna de las especies que aparecen en el manuscrito. Se intuye que algunas podrían ser un tipo de helecho, pensamientos silvestres o “cabello de Venus”. Cabe destacar que algunas plantas parecen ser resultado de la mezcla de diversas especies, por lo que el misterio crece.

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Manuscrito Voynich.

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Y después de todo lo expuesto, vamos a conocer la última teoría sobre el manuscrito Voynich. Llega de la mano de Gerard Cheshire, investigador asociado de la Universidad de Bristol. Si el enigma lleva más de un siglo desafiándonos, según este experto tanto solo ha necesitado dos semanas para descifrar la misteriosa obra, y lo ha hecho, según explica en su artículo, combinando pensamiento lateral e ingenio.

Su propuesta (puedes acceder a su artículo aquí) ha sido revisada por varios científicos de manera independiente y finalmente ha visto la luz en la revista Romance Studies bajo el título “El lenguaje y el sistema de escritura de MS408 (Voynich) explicado”.

Según explica en el texto, el códice estaría escrito en lo que denomina “lengua proto-romance”, según él, un idioma ancestral del que provienen lenguas romances como el castellano, el portugués, el inglés, el francés o el italiano. Añade, igualmente, que esta lengua era habitual en la zona del Mediterráneo durante la Edad Media pero solo a nivel oral, según el investigador, rara vez era escrita porque los documentos de importancia se redactaban en latín. Así mismo, añade que el manuscrito habría sido redactado por monjas dominicas para la reina María de Castilla, que reinaba en Aragón, y que habría sido elaborado en la Isla de Isquia, junto a Nápoles. En palabras de Cheshire:

“Utiliza un lenguaje extinto. Su alfabeto es una combinación de símbolos desconocidos y otros más familiares. No incluye signos de puntuación, aunque algunas letras tienen variantes de símbolos para indicar puntuación o acentos fonéticos. Todas las letras están en minúsculas y sin dobles consonantes (…). También incluye algunas palabras y abreviaturas en latín”.

Sin embargo, aunque su propuesta suene interesante, Cheshire no ha descifrado la totalidad del manuscrito, sino solo unas palabras. Dice que esto último se conseguirá con tiempo y financiación, aunque lo cierto es que ha recibido numerosas críticas por presentar lo que muchos consideran un trabajo incompleto.

Lisa Fagin Davis, directora de la Academia Medieval de América, expuso en sus redes sociales: “Lo siento, amigos, ‘lenguaje proto-románico’ no es una cosa. Esto es solo una tontería más, ambiciosa, circular y autocumplida”.

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Declaraciones de Lisa Fagin Davis en Twitter.

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Además, Fagin Davis añadió: “como con la mayoría de los posibles intérpretes de Voynich, la lógica de esta propuesta es circular y aspiracional: comienza con una teoría sobre lo que podría significar una serie particular de glifos, generalmente debido a la proximidad de la palabra a una imagen que cree que puede interpretar. Luego, investiga diccionarios medievales en lengua románica hasta que encuentra una palabra que parece adaptarse a su teoría. Luego, argumenta que debido a que ha encontrado una palabra en lengua romance que se ajusta a su hipótesis, su hipótesis debe ser correcta. Sus “traducciones” de lo que es esencialmente incomprensible, una amalgama de múltiples idiomas, son en sí mismas aspiraciones en lugar de ser traducciones reales. Además, el argumento fundamental que subyace, que existe tal cosa como un ‘lenguaje proto-romance’, no tiene fundamento y está en desacuerdo con la paleolingüística. Finalmente, su asociación de glifos particulares con letras latinas particulares tampoco está demostrada. Su trabajo nunca ha recibido una verdadera revisión por pares, y su publicación en esta revista en particular no es un signo de confianza entre pares”.

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Manuscrito Voynich.

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Igualmente, en #InsólitaExperiencia hemos hablado con Carlos J. Taranilla de la Varga, historiador de arte y autor de Criptografía, los lenguajes secretos a lo largo de la historia, quien, en relación a la última propuesta de traducción del Voynich, esgrime lo siguiente:

“Las escasas dos semanas empleadas por este investigador en una obra de tal magnitud y sus expresiones eufóricas, tipo “eureka”, nos hace posicionarnos como escépticos hasta que se presente la traducción total del texto, puesto que, hasta entonces, no tendremos todos los elementos de juicio”.

Por último, y para concluir este artículo, os adjunto algunas de las propuestas de traducción de Gerard Cheshire.

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Ilustración perteneciente al manuscrito Voynich que aparece en el trabajo de Gerard Cheshire.

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Según Cheshire, este dibujo muestra a un monje barbudo en su tina de lavado, perteneciente al monasterio donde se creó el manuscrito. Los símbolos que hay junto a él los interpreta como: “opat a sa” (es abad). 

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Ilustración perteneciente al manuscrito Voynich que aparece en el trabajo de Gerard Cheshire.

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En este caso, Cheshire dice que estamos ante la representación de un aborto espontáneo, acompañado de signos que él interpreta como las palabras “omor néna” (bebé muerto). 

Como vemos, el artículo se centra en traducciones de palabras que, además, se interpretan no solo desde un punto de vista lingüístico, sino teniendo en cuenta los dibujos que hay junto a las mismas, por lo tanto, no estamos ante una traducción completa del manuscrito. Seguiremos pendientes de las próximas noticias sobre uno de los textos más enigmáticos de la historia.

Fuentes y más información: Artículo de Gerard Cheshire; ArsTechnica; La Razón; 20 Minutos.

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