Muchos niegan que los duendes sean entidades reales, pero quienes visitan el Museo de los Duendes en San Miguel Regla, Hidalgo, se marchan, como mínimo, con dudas, debido a todo el material que allí ha reunido a lo largo de los años su fundadora, Cristina Cortés de Herwig, y el investigador local y quien fuera director del museo, Librado Lugo. Cristina Cortés, autora del libro “Duendes, con las crines en la mano”, se percató, en su propio rancho, de que algunos de sus caballos amanecían en la mañana con elaboradas trenzas e incluso con lo que llaman columpios, que son dos trenzas unidas en una tercera, formando una especie de columpio en el que montarían, según las leyendas locales, estos seres. Además de todo lo que ella vivió en su propiedad, con el paso del tiempo fue reuniendo pruebas que le aportaban otras personas de la zona, esas mismas elaboraciones en las crines de otros muchos caballos, todas ellas están expuestas en el Museo de los duendes. Impresionan, porque no es que el pelo de los caballos se haya enredado como consecuencia de sus movimientos, es como si alguien, en la madrugada, con delicadas manos, realizara estas labores. En toda la región aseguran que, cuando en la mañana, “los caballos amanecen sudados y cansados, es porque los duendes se han dedicado a corretearles durante toda la noche”. Según Cristina Cortés, los duendes serían seres compuestos de energía que habitarían en la cuarta dimensión pero que tienen la capacidad de manifestarse en nuestro mundo. En el museo explican que se trataría de seres pacíficos pero que, igualmente, pueden resultar un tanto traviesos y dedicarse a cambiar objetos de sitio. Añaden, también, que estos seres no atacan si no se sienten atacados, y que principalmente se enojan si las personas que visitan el municipio arrojan basura en sus bosques o pronuncian palabras malsonantes. Víctor Ávila, de Huasca Experience, guía local que tuvo a bien acompañarnos durante nuestra visita, me explicó que ha tenido casos de personas que no creen en los duendes que al llegar al bosque, en la noche, han retado a estos seres y “en concreto una señora tuvo que ser atendida por los servicios de emergencia, con un ataque de ansiedad, porque un duende se le había aparecido en su forma física y fue demasiado para ella”. Igualmente, Agustín Lugo, dueño del restaurante “Mi Casa” en el Bosque de las Trucas de San Miguel Regla, nos estuvo contando que es habitual en esta zona el encuentro con estos seres y que no solo hacen trenzas a los caballos, también incluso a los seres humanos, ya que a niñas de su familia les había ocurrido. Así mismo, tenemos que tener en cuenta que esta zona es lugar habitual de avistamiento de objetos voladores no identificados, quizá porque este fenómeno se siente atraído por la presencia de minerales y aquí se encuentra la mayor concentración a nivel mundial de obsidiana. A lo largo de los años, henos recibido fotografías de Yohaneros de Estados Unidos, Colombia y otras países con fotografías de caballos que muestran esas trenzas en el pelo y que aseguran que han sido hechas por los duendes. Es el caso de José Luis Antón, quien trabaja en un rancho de cría de caballos en el sur de los Estados Unidos y asegura que los animales tienen elaboradas composiciones en el pelo a primera hora de la mañana, hecho sin explicación que atribuyen a seres que estarían con ellos durante la noche. Nos contó la historia de uno de sus caballos, que iba a ser sacrificado por problemas de salud. Este caballo tenía las supuestas trenzas hechas por los duendes y por la mañana apareció sin ellas, con la crin perfectamente peinada, como si alguien en la noche le hubiera estado acompañando y desenredando el pelo. Nuestro amigo Mario, quien vivió su infancia en Guatemala, nos habló de las leyendas locales sobre un personaje de pequeño tamaño que luce un sombrero grande, conocido por ello como Sombrerón, que se dedicaría a acosar en la madrugada a yeguas con el pelo largo y les hace trenzas. El papá de Mario vivió estos hechos con sus animales y utilizó la sabiduría ancestral para luchar contra el problema: bajo las crines, afeitó el pelo de sus ejemplares haciendo la forma de una cruz. Durante el tiempo que los caballos tuvieron la cruz en su pelo, no amanecieron con trenzas ni sudados o cansados como si alguien les hubiera estado montando toda la noche. Cómo se observa, la relación entre duendes y caballos es universal y muy real para las personas que cuidan estos animales y que son testigos de lo imposible a pesar de la negación de la descreída sociedad de nuestro tiempo. Y por último, una anécdota que vivimos en primera persona: durante una Ruta Yohanera de los Duendes en San Miguel Regla, Hidalgo, Guillermina Vargas, ya en la noche, fue a quitarse su pantalón y no podía, porque la cuerda que trae como cinturón, había sido trenzada. La cortamos y desde entonces la exhibimos en el estudio de la Insólita Experiencia.