Además de Objetos Volantes No Identificados existen OSNIS, Objetos Submarinos No Identificados. Estos casos se relacionan con avistamientos de luminarias que emergen o se introducen en las aguas. Se han constatado testimonios desde la antigüedad –igual que en el caso de los OVNIS- dándose ejemplos famosos como el que avistara Cristóbal Colón el 11 de octubre de 1492, víspera del descubrimiento. Él mismo anotó en su diario: “a las 10 horas de la noche se vio tierra. Era como una candelita de cera que se alzaba y levantaba”. No solo la observó él, también otros viajeros de la Santa María. Así, existen multitud de crónicas antiguas que hablan de bolas de luz, ruedas de luz o gigantescos rayos luminosos cerca del agua. Este tipo de casos, recogidos por cronistas de lo insólito como Charles Fort en su Libro de los condenados o hasta instituciones de corte científico como el Instituto Meteorológico de Dinamarca, han llevado a estudiosos del fenómeno OVNI a pensar que, quizá, tras estos testimonios se esconde una verdad ignorada por la humanidad: la presencia de bases submarinas extraterrestres. Hoy os hablamos del ovni del lago Cote, en Costa Rica.
Para pioneros como Antonio Ribera, padre de la ufología española, ese mundo oculto dentro del nuestro que es el mar (y que él también exploró como pionero del submarinismo en España) podría ser el escondite perfecto para una inteligencia ajena a nuestro planeta que estuviera observando el devenir humano con total discreción. Aunque hoy día la hipótesis extraterrestre está considerada como una más de las muchas que podrían explicar el fenómeno OVNI, hay quien sigue pensando que, a lo mejor, el agua es un elemento importante para estos objetos inidentificados, que podrían usarla, afirman algunos, como sistema de propulsión o como sistema de ocultación y cuyos avistamientos podrían haber dado lugar en tiempos antiguos, como afirma John Keel, a la tradición de los espíritus del agua y al culto al líquido elemento.
Existen hasta fotografías muy controvertidas a día de hoy. Una de las mejores evidencias gráficas que hay de este fenómeno es una imagen que fue tomada el 4 de septiembre de 1971 en el lago Cote de Costa Rica. La imagen la tomó, nada más y nada menos, que el Instituto Geográfico Nacional de Costa Rica, que estaba fotografiando esta zona costera del lago Cote desde un avión. En la toma 300 aparece un extraño objeto de apariencia metálica de unos doscientos metros de diámetro. Lo curioso es que ni en la toma 299 ni en la 301 aparece nada (se hacían con intervalos de 20 segundos), como si justo la fotografía hubiera captado al objeto entrando o saliendo del agua. Tal y como afirma el investigador Moisés Garrido, “los estudios efectuados por Jacques Vallée, Richard Haines y el GEPAN francés determinaron que se trataba de un objeto de naturaleza inexplicable. El “Informe Cometa” avaló la fotografía”.
Sea como fuere, la incidencia de estos testimonios como el del Lago Cote ha llevado a los expertos a pensar que la presencia del agua influye positivamente en la aparición de OVNIS.
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