Con el otoño regresa la Serpiente Emplumada

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El equinoccio de otoño en la zona arqueológica maya de Chichén Itzá, en Yucatán (México) conlleva uno de los fenómenos arqueoastronómicos más impresionantes: la Serpiente Emplumada, el juego de luces y sombras proyectado por el sol sobre la pirámide de Kukulcán. Este año tendrá lugar los días 21, 22 y 23 de septiembre.

 

Cada año, miles de visitantes se desplazan hasta Chichén Itzá con el fin de disfrutar este evento que pone de manifiesto los conocimientos astronómicos -y a su vez arquitectónicos- de los mayas. Gracias a la arqueoastronomía, esto es, al estudio de los efectos de los astros sobre determinados conjuntos arqueológicos, teniendo en cuenta la ubicación y orientación de estas construcciones tan antiguas, podemos descubrir parte de la sabiduría que atesoró la civilización maya.

En concreto, el descenso de la Serpiente Emplumada es un efecto que produce el sol en forma de siete triángulos que iluminan el lateral de la pirámide; estas zonas iluminadas van descendiendo hasta una de las esculturas con forma de cabeza de serpiente, que representa al dios Kukulcán. Los triángulos de luz van dando forma al cuerpo de esa serpiente cuando el sol ilumina las nueve plataformas de una de las caras de dicha pirámide.

Además de este descenso coincidiendo con el equinoccio de otoño, la Serpiente también baja durante el equinoccio de primavera. En estos días del año, sobre todo una hora antes de la puesta del sol, puede apreciarse este fenómeno sagrado para los mayas en toda su plenitud.

Chichén Itzá etimológicamente significa “la ciudad al borde del pozo de los Itzaes”. Fue capital de un amplio territorio en la península de Yucatán encabezado por la liga de Mayapán, del 987 hasta el año 1200 d. C. Los Itzaes, según estiman los expertos, llegaron tardíamente a Yucatán y se asentaron en Chichén Itzá, donde introdujeron el culto a Quetzalcóatl con el nombre de Kukulcán.

Kukulcán, una de las deidades más importantes de la mitología maya, era para los habitantes de Chichén Itzá el planeta Venus, que simbolizaba la luz y la oscuridad por ser la estrella de la mañana y de la tarde y que tenía que ver con el tiempo, del que era su Señor. Su origen primigenio no está claro, hay investigadores que lo asocian con la cultura tolteca mientras que otros afirman que vendría de los olmecas.

El descenso de la Serpiente Emplumada se produce en la pirámide principal de Chichén Itzá, que según los expertos fue construida como un marcador astronómico que permitía a los mayas ajustar el calendario cada año. Además, constituiría un cosmograma cuyos cuatro puntos cardinales estarían alineados con algunos de sus cenotes sagrados. Este conocimiento astronómico reflejado en sus monumentos era vital para los mayas, pues servía para sincronizar los ciclos agrícolas con las temporadas de lluvia y sequía.

Si estos días te encuentras cerca de Chichén Itzá no dudes en acudir a la puesta de sol para observar el descenso de la deidad más poderosa de la mitología maya.

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